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domingo, 9 de agosto de 2020

EL PRINCIPIO ANTES DEL PRINCIPIO


El principio metafísico antes del principio físico fue la niebla, y a través de ella llegaron los arcos iris, viajeros interuniversales. Todo esto fue antes del Big Bang. A través de los arcos iris llegó la lluvia y se formaron las primeras lagunas, madres del agua. De las lagunas salieron los abuelos de la humanidad quienes entregaron a sus hijos y nietos la virtud esencial de la memoria para que las generaciones futuras no quedaran atrapadas sin recordar que los universos son infinitos. Todo universo nuevo se crea con los desechos de otro universo, y el nuevo universo se encarga con el poder del tiempo de transformar lo malo en lo bueno. Es por eso por lo que en este universo todavía hay maldad, porque todavía está en el proceso de transformación, todavía no está listo. Todavía no hay suficiente bondad como para desechar lo malo y crear un nuevo universo donde se repita el proceso creativo. Así pues, previendo las grandes dificultades de un nuevo universo comenzando, se crearon las estrellas para que sirvieran de guías. Algunas de ellas bajaron la intensidad de su luz para poder estar más cerca como padres y madres cuidadoras, y finalmente, antes de que apareciera la humanidad, nacieron los primeros seres de bondad, seres de luz que tienen el poder de poseer por un tiempo determinado, un cuerpo humano para realizar una acción bondadosa. Solo entonces apareció la humanidad y su libre albedrío que por un largo tiempo no tuvo nada que elegir ya que aún no habían aparecido los animales y sus instintos, ni los vegetales y sus raíces, ni los minerales y su peso. Entonces, luego de que todo nació, el ser humano tuvo la libertad de olvidar y así el mal comenzó su trayecto. En el olvido se crearon muchas cosas, pero la influencia del infinito siguió jalonando la memoria.

Con la influencia del infinito, es decir, con el viaje interuniversal de los arcos iris a través de la niebla, todo el ciclo se sigue dando momento a momento. Hoy los arcos iris han tomado formas humanas para desbloquear el Gran Olvido que el libre albedrío creó. Las estrellas ya no son seguidas y los padres y madres cuidadoras son desatendidos y asesinados constantemente. Hay grupos poderosos atentando contra la memoria, y el poder de la naturaleza ha sido irrespetado. Los lugares sagrados se han profanado y ya nadie se sienta en paz. La gente huye de la lluvia y les cierran las puertas y ventanas a los arcos iris. La niebla no es nada y, por tanto, hemos quedado atrapados en este universo como quien queda atrapado en una casa que ya no es casa ni hogar sino una cárcel, sin imaginación ni armonía, ahogados en monotonía y aburrimiento.

Es por eso por lo que estamos aquí, siempre hemos estado, para luchar contra el olvido, y no solo de la historia humana, ni de la historia planetaria, ni de la historia universal, sino más allá y más importante aún, de las historias multiversales, de las historias infinitas que tienen el poder de ayudarnos a salir del olvido, a salir del estancamiento y seguir nuestro camino infinito de evolución.

No dijimos nada aún sobre el futuro, porque nosotros, los arcos iris somos seres del futuro. Pero esto lo diremos después. Las cosas no son como nos han contado. Ni el pasado, ni el presente, ni el futuro.        


miércoles, 28 de septiembre de 2011

9

En 1986, el Departamento de Educación del MoMA llevó a cabo una “Encuesta sobre Formación Visual” entre 150 visitantes elegidos al azar para determinar sus conocimientos sobre arte moderno. Esta muestra, según la empresa que la realizó, era lo suficientemente representativa como para proporcionar conclusiones válidas sobre los visitantes en general. En el muestreo se especificaban varias cosas, entre ellas, el hecho de que la mayoría de los visitantes del MoMA:

- Tienen una definición muy limitada del arte, tan limitada que de hecho es insuficiente para acotar el arte moderno.

- No hablan el lenguaje de la crítica o de la historia del arte. Admiten que su comprensión del léxico especializado es mínima. Cuando se les pide que hablen sobre arte suelen confundir los términos estilísticos, y emplean un reducido vocabulario técnico o analítico.

- Sólo reconocen las obras de artistas eminentes, e incluso en ese caso tienen más facilidad para citar al autor de una obra si se les da una lista de nombres (de Picasso y Matisse a Albers y Bearden) que si se les pide simplemente que identifiquen algunas obras de varios artistas sin ayuda.

- Les cuesta describir las obras de arte que han contemplado, como quien se lo cuenta al que no haya podido verlas, y apenas saben qué decir cuando se les pide que interpreten su significado.

- Prefieren obras que tengan un tema reconocible y/o que hayan recibido la atención de los medios. La opinión de los críticos y de los eruditos del mundo del arte no garantiza necesariamente el valor de una obra. Van Gogh, por ejemplo, gusta a muchos; Pollock, a relativamente pocos.

- Tienen unas nociones mínimas de los conceptos y premisas que sustentan el arte moderno.

- Su conocimiento consciente del modo en que el arte se presenta es igualmente escaso. Apenas aprecian, por ejemplo, que las exposiciones e instalaciones se organizan con arreglo a criterios cronológicos, estilísticos o de medios. Su capacidad para identificar

temas o reconocer su función como categorías de organización es casi nula. (Los datos que avalan estas afirmaciones pueden consultarse en el Departamento de Educación del MoMA).