martes, 6 de octubre de 2020

¿QUIÉN SOY YO?

 


Despierto y sé que alguna inteligencia tuvo que ocuparse de todo mientras estaba dormido, incluso ahora que despierto, y siempre, desde siempre y para siempre.

Es mi cerebro el que se pregunta ¿quién soy yo? Y se responde. Y su respuesta depende de su tiempo poniendo atención.

La primera respuesta, la más inmediata según estudiamos los recién nacidos, la deducimos por su comportamiento. Debe ser parecida a los animales y los vegetales y los minerales. Un estado de indiferenciación. Ni siquiera hay una pregunta como tal, pero las piedras están profundamente dormidas (“dormí como una piedra”). Los vegetales medio se mueven, tienen un poco más de actividad. Los animales son locomotores, se mueven sobre todo por comida y reproducción. Los niños pequeños se identifican primero con su mamá, y luego cuando entra el padre en escena o un otro con el cual la mamá se relaciona, el asunto comienza a volverse complejo y el niño se ve obligado a “desidentificarse” un poco de mamá y empezar a darle su espacio. Hay procesos fantasiosos que los adultos llamamos juego. Luego en la adolescencia la sexualidad despierta y ¡boom!, el asunto de la identidad se torna más complejo, las relaciones de poder, los primeros amores eróticos. Un poco después los jóvenes comienzan a pensar lo propio muy determinados por el contexto, y entonces el cerebro comienza a identificarse con la ropa, con la orientación sexual, con los géneros en distintos ámbitos, etc.

Hasta aquí llegan la mayoría, pero algunos pocos van más allá y descubren algo llamado “individualidad”, éxito personal, les alienta la competencia, ser mejores que el promedio, independizarse. Hasta aquí llega otro tanto. Pero algunos, más pocos, descubren objetos de identificación más allá de la individualidad en la diversidad comunitaria, se vuelven en cierta manera antropólogos. Algunos van a la universidad y estudian alguna carrera de humanidades, les interesan la sensibilidad cultural y ven a los individualistas como gente tosca y egoísta. De hecho, les parece que son los responsables de la injusticia social y la crisis ambiental en el planeta, capitalistas neoliberales. Hasta aquí el panorama de las “guerras culturales”.

No obstante, aunque con muy poco poder sobre la realidad, algunos cerebros van aún más profundo en la búsqueda de su respuesta por ¿quién soy yo? Y comienzan a ver totalidades, sistemas, conjuntos dentro de conjuntos, dentro de conjuntos, empiezan a notar que todo esta conectado, y no a través de la magia y la fantasía sino de la ciencia, las nuevas ciencias de la complejidad. Se dan cuenta que no es tan claro el hecho de que seamos solamente individuos, que somos por lo menos individuos-en-relación y que tal relación está dentro de uno mismo cuando observa con atención, que incluso en lo más intimo estamos profundamente interconectados. Los cerebros que llegan hasta aquí son los más pocos, pero nos dicen que la mayoría de la sociedad algún día llegará hasta aquí porque se trata de un proceso de desarrollo. Algunos piensan que las ciencias de la complejidad han descubierto el agua tibia porque los Fantasiosos ya lo sabían, incluso las piedras, las plantas y los animales, pero según las ciencias de la complejidad, incluso según las ciencias corrientes no hay evidencia clara de esto, y es peligroso, nos dicen los Complejos, simplemente aceptarlo como una “creencia” sin evidencia. Los Fantasiosos nos dicen que sí hay evidencia, los Complejos nos dicen que no, y ambos parecen estar dispuestos a demostrarlo. Sin embargo, si revisas la literatura científica con su rigurosidad, no encuentras evidencia de que la fantasía tenga método, la fantasía es algo loco, suelto, desordenado.

Aquí estamos al límite del conocimiento. Los Complejos integran todo, pero en orden. Los Fantasiosos no integran todo pues rechazan la complejidad, y su orden es demasiado simple para integrar lo complejo. Pero aquí no acaba la historia, porque algunos cerebros, mucho más pocos y con mucho menos poder, sería mejor decir prácticamente sin ningún poder e incluso por esto mismo, por la ausencia de poder, por la renuncia al poder, dicen que hay niveles más allá incluso del crecimiento imparable de la complejidad, pero lo cognitivo comienza a frenarse, por lo menos como lo concebíamos hasta este punto, porque las nuevas ideas comienzan a emerger no de pensar más, sino de disolverse en el silencio, de estirar la complejidad hasta el punto en que se queda reverencialmente callada. No es el mismo silencio de quién dice “¡Cállate!”. Es el silencio de quién llega hasta el límite de la complejidad, hasta la pregunta profunda que no es capaz de responderse de forma inmediata, la pregunta que debe dejarse resonando como un mantra, y esperar, observar interna y externamente, y de repente, como entre la niebla, vas viendo llegar posibles respuestas de no se sabe dónde, tal vez del cerebro, de un lugar muy profundo, o tal vez el cerebro ya no es aquí el productor sino el receptor, como una antena, como si algo más allá una inteligencia superior comenzara a hablarte. Entonces comienzas un nuevo camino, y para hacerlo válido lo recorres con rigor. El Gran Otro te comienza a hablar. Ya no se trata solo del gran sistema que demuestran tus datos experimentales a través de ciencias de la complejidad sino de algo más, siempre algo más, que cada vez se hace más y más inalcanzable por la cognición normal, así que le empiezas a colocar nombres que intentan sugerir su inmensidad como “paracognitivo”, “posracional”, “transpersonal”, incluso espiritual no tradicional, etc.

Algunos Complejos notan que no hay ninguna contradicción con sus evidencias y que al contrario pueden ser otro nivel más profundo y amplio de desarrollo. Y si es así, la mayoría de la sociedad algún día alcanzara esta respuesta cerebral a su pregunta, ¿quién soy yo? Y esta historia no termina aquí, ni terminará jamás. Siempre habrá un nuevo horizonte, pero ahora estamos tan lejos de la realidad de las mayorías que parecen fantasías más grandes que las de los niños y los locos. Su poder de influencia es prácticamente nulo si lo juzgamos de forma mecánica, pero nos dicen los que han llegado hasta allá, que ya están reprogramando la Matrix, que poco a poco la gente irá sintiendo el llamado de lo que ellos en profundo silencio están haciendo porque es muy pero muy sutil su labor.

Mientras millones mueren y sufren por causas prevenibles ellos nos piden fe, pero aún más, nos piden que nos cercioremos por nosotros mismos, pero todo es tan sutil, tan invisible que no llaman la atención de casi nadie. Es más fácil para los Fantasiosos, que están dispuestos a prometer lo absurdo, captar la atención. que para los pos-complejos, para los verdaderamente profundos, para los que han ido tan lejos en la búsqueda de la respuesta a ¿quién soy yo? ¿Y entonces?

Las cosas son como son. Dado el poco desarrollo de la sociedad en la respuesta a esta pregunta fundamental, ¿quién soy yo?, las personas cuyos cerebros interconectados con una inteligencia superior los ha llevado tan lejos en la respuesta hasta niveles pos-complejos, solo pueden seguir trabajando en medio de la incomprensión.

En efecto, una inteligencia superior se ocupa de todo más allá de nuestras limitadas respuestas, y aunque inevitablemente estamos conectados a Ella, el poder de nuestros sistemas semi-cerrados cerebrales, puede ensordecerse a esta conversación kósmica, mientras las sutiles relaciones van tejiendo con misteriosa paciencia un futuro más atento.

A todos esos seres pos-complejos que trabajan incansablemente en lo invisible y que como dice trágica, pero verdaderamente el sub-comandante Marcos, “nacen en la noche y mueren en ella”, mi más inmensa gratitud.   

1 comentario:

  1. Hermoso escrito. Muy espiritual, bastante acertado para describir un estado más allá de lo podríamos decir desde l. A lógica y la. Razón. Un abrazo gracias por tu servicio en amor.

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