VENUS REGRESA DESPUÉS DE 25 AÑOS
Y con ella la generación X del grunge.
Por James Delgado
Psicoblues
La
28. Esquina, calle 28 con carrera 26. Barrio San Joaquín. Manizales, Caldas,
Colombia. Finales de los 80s. Colegio Alfonso López Pumarejo. Estamos
terminando el bachillerato. Vivimos en un estrato popular urbano tradicional (de
casas de teja y bahareque), distinto del popular urbano moderno (de casas de
ladrillo, concreto y varilla). Fin de la bonanza cafetera.
En
esta esquina nos parchábamos desde muy pequeños hasta que comenzamos la
universidad y empezamos a dispersarnos. Hoy, al re-nacer más de 20 años después,
volvemos a la raíz de donde siempre nacemos para retomar nuestro camino.
Yo
comencé a tocar guitarra a los 16 años cuando conocí el blues. A los 17
comenzamos a jugar con la idea de una banda de rock. Estaba en furor el rock en
español, rock en tu idioma. Ensayábamos en la esquina, en los bajos de Juan Carlos
Zuluaga (Zulu, nuestro actual baterista), en la casa de Víctor (otro amigo de
la esquina), en la casa de William Ospina (bajista), en mi casa (James Delgado,
guitarra, voz y líder de la banda), y en los bajos de la casa de Albeiro Correa
(el baterista de aquel tiempo). Aún recuerdo una fiesta de 15 donde tocamos,
creo que era una novia de Julio (otro amigo más de la 28).
Han
cambiado muchas cosas desde entonces, especialmente dos: 1. La internet; y 2.
La Pandemia. La realidad virtual ha ocupado nuestras vidas cotidianas, LA INVASIÓN
DE LAS INTELIGENCIAS ARTIFICIALES, como le llamo yo. Un virus digital por un
lado, y un virus biológico por el otro.
El
grupo duró de 1990 a 1995, y ahora, más de 25 años después, estos dos cambios externos
fundamentales, internet y pandemia (unidos a características psicológicas y
sociológicas que iremos analizando), permitieron que volviéramos a reunirnos.
No
fue así para el baterista original, Albeiro Correa, el cual, a pesar del
interés, no pudo hacer parte del proyecto por dificultades personales. Casualmente,
Zulu, que había sido nuestro diseñador, y ahora tenía su propia empresa,
estudiaba batería por hobbie hace 4 años, así que siendo de la esquina nos
pareció el apropiado para este rol a pesar de no tener el nivel de experticia
del “Mono”, Albeiro.
Aunque
llegamos a tener un muy buen reconocimiento en la ciudad (prueba de ello fue
que al final de nuestra carrera teloneamos a ATERCIOPELADOS en la Plaza de Toros
y a EKHYMOSIS en el Coliseo) no nos proyectamos lo suficiente, y un lastimoso
accidente disperso un posible futuro como banda.
Inevitablemente,
además del gusto personal por volver a encontrarnos en la música, el regreso de
VENUS indica un fenómeno sociomusical que debe ser reflexionado.
En
la última etapa del grupo, y en un breve intento de retorno a finales del 90, estábamos
pasando del sonido electroacústico a un sonido más distorsionado. La última canción
de ese tiempo, MAÑANA GRIS, fue la que nos dio la pauta para retomar nuestro
sonido. En ENCUENTRO CERCANO DEL TERCER TIPO, decidimos darle un color grunge,
que como dijo el bajista, “por fin sonó como siempre debió hacerlo”. Gracias a
las nuevas tecnologías, y a pesar de la pandemia, pudimos grabar un LP con 14
canciones. VENUS ha regresado.
El
normal de la gente, especialmente de los músicos, esperaría que regresáramos
con un nuevo trabajo musical, hagamos su promoción y ya. Intuyo que básicamente
nadie se espera además un proceso de escritura, memoria y crítica que he
llamado: LA SEGUNDA VENIDA DE LA ADOLESCENCIA DE LA GENERACIÓN X.
La
situación que se presentó con Albeiro nos recuerda de manera cruda que para hacer
música no es suficiente con las ganas, se necesitan unos mínimos materiales. Hacer
música siempre es un acto de vulnerabilidad. William y yo nos mantenemos como
nos mantuvimos en aquella época. Esto demuestra que él y yo somos la pareja musical
del grupo (como Lennon y Maccarthey, sé que es pretensiosa la comparación, pero
somos adolescentes, jajajaja). No es que compongamos juntos, pero la
retroalimentación siempre ha sido fluida en estos menesteres de ser banda de
rock. Zulu ha tenido que exigirse un poco más para cumplir con este desafío. Por
mi parte he decidió hacer arreglos sencillos y contundentes. El tiempo de
ansiedad por el virtuosismo ha pasado.
En
mi propia trayectoria, después de VENUS conformé el grupo NÓRYDA SORDA mientras
estudiaba música en el conservatorio. Con entusiasmo de estudiante gomoso iba incluyendo
las cosas que aprendía y eso le dio al grupo un sentido experimental y
académico. Cuando este segundo grupo se desunió, casualmente también por un
lamentable accidente, mi carrera como músico se vio fuertemente afectada.
Gracias
a este proceso de escritura, que naturalmente ha emergido de mi hábito y de la
inspiración de la laguna de La Cocha (donde vivo actualmente y desde donde
escribo esto), puedo mirar con mayor detenimiento estos recuerdos.
Mi
carrera musical, después del fin de Nóryda Sorda, cayó en el sin-sentido, hasta
el 2011 en Bogotá, cuando gracias a mi encuentro con la sabiduría de la música
ancestral, volví a encontrar mi norte en la música medicina. Sin embargo, ya
desde principios de este siglo, había decidido comenzar un proceso de auto-sanación
que arrancó con psicoterapia, siguió con meditación, renació con ancestralidad,
y retornó al arte.
Si
no fuera por las nuevas tecnologías y por la pandemia, este proyecto no habría
visto la luz. Aunque nos cueste
aceptarlo, de la tragedia siempre logramos sacar cosas útiles. Pero ojo, que como
hermosamente nos lo explicó recientemente Hanzi Freichnat, no porque podamos
sacar cosas buenas de malas experiencias pasadas, se sigue lógicamente que
debamos aceptar o desear malas experiencias. Dejar colar esta falacia en
nuestra mente nos vuelve cínicos.
La
segunda adolescencia es la segunda recarga emocional más fuerte en la vida de
un ser humano, y viene repleta de la experiencia adulta, ¡nada más y nada menos!
No me imaginaba que tantas cosas iban a
empezar a tener sentido a partir de este nuevo lanzamiento de VENUS.
Sigue
siendo un misterio la fuente desde donde surge este espíritu. De Manizales salí
en el 2009. De mi generación fui de los últimos en irme de la ciudad (otros
pocos se quedaron). Como parte de mi proceso de recuperación estaba haciendo
una maestría en la universidad y había diseñado un negocio de venta de música
con licencias Creative Commons que llamé MUSAS LIBRES. Buscando abrirle
horizontes a la idea me fui para Bogotá con mi madre. De este modo toda mi
familia (mi padrastro y mis dos hermanas), terminamos viviendo en la capital
del país. La oferta laboral de la ciudad me sedujo así que trabajé, me casé y fui
feliz durante 7 años estables. Después caí de nuevo en crisis de sentido y
apuntalé mi intuición hacia la naturaleza. En el camino me enamoré otros 3
años, y después de esta última relación, me fui para el municipio de Pasto
donde una de mis hermanas, y por intereses humanísticos y espirituales comunes,
hemos hecho muy buenas migas en el sector de La Cocha, un verdadero paraíso.
Evidentemente
no tuvimos éxito económico con la música. El bajista es docente de planta de la
Universidad de Caldas como filósofo de la imagen; el baterista es gerente de su
propia empresa de diseño; y yo, soy un docente, asesor y artista desempleado. No se me ocurre nada mejor que hacer, después
de un año de esfuerzo para sacar adelante este proyecto, que complejizar a lo
que me dé, todo lo que está sucediendo aquí, desde un punto de vista más amplio
y profundo.
No
había descubierto aún para mí mismo, y en la autopoiesis del propio proceso de
escritura, la importancia de escribir para abrir espacio mental. Las palabras
parecen ser los ladrillos de la dimensión mental. Así que aquí estoy abriendo
espacio para un nuevo VENUS.
La
segunda venida de la adolescencia que ahora le toca a la generación X, pone en
un nuevo contexto (la experiencia adulta) los hallazgos de la adolescencia. En
otras palabras, vuelta a mirar la adolescencia desde la adultez, puede
separarse el oro de la arena.
La
“amistad como color” fue lo que nos juntó. Somos ante todo un grupo de amigos
de adolescencia, yo creo que este es el plus. O sea, los grupos de amigos de
adolescencia son los grupos más llamativos. No se trataba simplemente de
conseguir otro baterista (aunque ganas nos entran en momentos de debilidad, el
arte por el arte), sino de rockanrolear, de ser rebeldes, adolescentes.
Estos
medios digitales por lo menos nos permiten presentar las cosas como terminadas,
pero no nos importa el número, importa la autenticidad. El regreso de VENUS representa
el regreso de la adolescencia de los 90s, pero no de toda, solo de lo mejor, de
lo que ahora podemos re-valorar como adultos con experiencia.
Retorna
la sinceridad, pero ahora con algo nuevo, ironía. Sabemos que la utopía ya solo
puede ser relativa. El placer de hacer música es de quienes la hacen. Nosotros
ya estamos disfrutando de ella. Más allá está este ocultamiento de la música
que rebela instrumentos más sutiles, como la democracia, que pareciera poco, a
veces invisible, pero nos permite esto también. ¡Gracias a ella!
En
la oscuridad y la confianza de la distancia de lo virtual es ahora donde
trabajamos. Con instrumentos, pedales, tarjetas de sonido, laptops. Esperamos
reunirnos físicamente, pero es difícil.
Conforme
el proyecto crece vienen más asuntos, como los derechos de autor. El miedo o la
prevención.
***
Grupo:
VENUS
Venus
son:
JAMES
DELGADO PSICOBLUES (Voces y guitarras)
WILLIAM
OSPINA TORO (Bajo)
JUAN
CARLOS ZULUAGA (Batería)
Álbum:
ENCUENTRO CERCANO DEL 3ER TIPO
Año:
2021
Producción:
VENUS
Postproducción:
LEONARDO RANGEL
***
Esta
nueva forma de hacer música a través de la internet, por lo menos para la producción
de unas maquetas, nos facilitó unir las partes en las canciones. Lo primero fue
digitalizar los casetes, luego escoger las canciones, después hice los arreglos
que llamé pre-maquetas, con las partes de cada uno armamos maquetas, y finalmente
se postprodujeron.
Curiosamente
al mismo tiempo estas facilidades para la producción generan un exceso en el
que es muy difícil hacerse notar a no ser con grandes inversiones. Mi
estrategia es sencillamente apuntar a la raíz local y profundizar buscando la raíz
universal. Esto aún se ha hecho muy poco, no se ha logrado generar una autopoíesis.
La
única atención que podemos atraer es aquella que busca profundidad. Esperamos
que en el fondo la fuerza de estos árboles cree el bosque. Esta tendencia a ser
más profundo es la única que puede desatar nuestros potenciales. 30 años de
recuerdos son suficiente micelio como para comunicar varios bosques. Antes solo
vimos el hongo y nos lo comimos. Ahora vemos el micelio, podría decirse, la raíz
del hongo.
La
actual pérdida de sentido se debe a la falta de profundidad. No queremos ni
debemos seguir siendo solo superficiales. La música puede aclararnos lo que lo verbal
y el ego no han sido capaces. Ahora comprendemos que la “adolescencia” en sí
misma tiene un espíritu de rebeldía fundamental para la evolución. No se trata
de rebeldía sin causa o con causa, sino con nuevos sentimientos. El placer de una
segunda adolescencia nadie quiere perdérsela. La adolescencia es nuestro
catalizador espiritual ahora, después de viejos.
Del
miedo adulto a la segunda adolescencia, no
hay nada escrito al respecto de lo que será nuestra segunda adolescencia, por
eso lo tenemos que escribir para que exista y aprovechar la oportunidad, la
última para nosotros la generación X. Ya no nos sentimos obligados a inventar,
es suficiente con la excitante bulla del encuentro entre cincuentones. Definitivamente
es mejor no decir, “de esta agua jamás beberé”.
Ahora
somos más conscientes del paso del tiempo y que la vida se va. Nuestro desafío
no es la adultez que tiene por delante la primera adolescencia, sino la vejez. Mientras la primera adolescencia se pregunta
que voy a hacer de adulto, la segunda se pregunta, que voy a ser de viejo. En
medio del resurgimiento del fascismo en el mundo, la amistad de adolescencia nos
eleva. Que peligrosos son entonces esos mundos donde los adolescentes no tienen
espacio.
Como
siempre, paradójicamente lo mismo que nos permite ser es lo mismo que nos
impide ser. Todo en este mundo tiene varios lados. La amistad y las condiciones
materiales han permitido que esto se haga, incluso que nos hayamos encontrado
materialmente 3 días para ensayar después de más de 20 años del último intento.
¿No
deberíamos estar haciendo esto? ¡Eso es el rock! ¿Qué encontraremos por acá? ¡Vitalidad!
Autoafirmación, autoestima, autorrealización y autotrascendencia. ¿Qué más quiere, y a esta edad? Esto no tiene precio,
tiene sentimientos nuevos.
Hacemos
un llamado en general a la generación X de todo el mundo y en especial a la de
Manizales para que volvamos a grungear. Aprovechemos con toda la segunda venida
de nuestra adolescencia antes de entrar en esa segunda niñez que es la
vejez. Puede durar alrededor de 10 años,
o sea, somos lo reyes de la tercera década del siglo XXI.
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