Por James Delgado Psicoblues
¿La
tiranía de Maduro? ¿El Castrochavismo? ¿La revolución molecular disipada? El
desplazamiento del pueblo venezolano solo aumenta la gente sin nada en la calle.
Esa calle es de todos, es nuestro patio, o sea, que todos estamos adentro de nosotros
mismos. Cualquier cosa que pasé allí es solamente responsabilidad nuestra,
nunca de alguien en particular. Resuelva cada uno su problema en relación.
¿Batalla
cultural? ¿La izquierda? ¿La derecha? ¿Idiotas útiles? ¿Pacíficos en la
superficie, pero violentos en el fondo? ¿Todo lo que está sucediendo es
esencialmente un plan orquestado por la izquierda para derrocar a Duque?
¿Unos
muertos valen más que otros? Es bastante triste ver a unos defendiendo unos
muertos, y a otros, otros. En estos casos, es evidente que cuando preguntan
quiénes son los victimarios, estos también somos nosotros. No se trata de unos
u otros, sino de todos. No más el etnocentrismo en el poder, ¡arriba el
mundicentrismo! La realidad no es una parte, la realidad es totalidad.
Unos
acusan cómo “unos vándalos” protegidos por “los manifestantes” están atacando el
Estado. Los otros, “los manifestantes” aseguran que el vándalo es el Estado. Tanto
de un lado como del otro se están agrediendo.
El
principal problema es que unos y otros se niegan mutuamente. Estos son los que están
enfrentados. Se niegan a escuchar al otro, mucho menos hacer algún análisis orgánico.
Se trata de repetir lo propio como loro, y tener “orejas de pescado” para lo distinto.
Cuando
decimos “NOS ESTÁN MATANDO”, no es la izquierda acusando a la derecha, ni viceversa,
somos nosotros hablando de nosotros mismos. Es más preciso decir, “NOS ESTAMOS
SUICIDANDO”.
¿Terrorismo
Urbano? ¿Es que acaso el terrorismo no tiene una razón de ser también? Nadie en sano juicio puede estar de acuerdo
con él, pero ¿cuál es su principal lección? ¿Acaso no es un paisaje psicosocial
lo que genera el terrorismo, y acaso no es transformable? ¿Cuál es el afán de
culpar? ¿Dónde está el análisis?
Lo
que de verdad está pasando en nuestro país no es lo uno o lo otro, sino todo. Incluso
los antisociales son parte de la sociedad y tienen sus razones, así sean
inconscientes. No se trata solo de defenderse ni atacar a la loca, hay que comprender
a fondo.
Cuando
nos vemos como una sola humanidad, el enemigo siempre es interno. ¿Qué sabemos
de él? ¡Somos nosotros mismos! ¿Qué tan bien nos conocemos? Agredir a un ser
humano, sabiendo que es su sistema interno el que lo hace funcionar, es como
coger un carro a golpes para desvararlo.
Hay
gente muy sensata de lado y lado, su insensatez es cerrarse al otro lado. Es
fácil detectar “la sombra” cuando vas más lento, con más detalle haciendo zoom.
No podemos confundirnos pensando que los “vándalos” no hacen parte de la Sociedad
Civil. A pesar del libre albedrío que pesa en cada uno, sabemos que hay muchísimas
variables constituyendo cada individualidad.
Que
la crisis sea profundísima, implica transformaciones profundas, estructurales, epistémicas.
Eso que parece un ataque de unos contra otros, es en realidad un ataque de nosotros
contra nosotros mismos.
¿Es
un sector político que perdió las elecciones y quiere tomarse el poder por la
violencia? Esta es una idea muy simple, muy básica, solo puede hacerse más y más
extensa, pero no es profunda.
No
hay un enemigo, hay una parte de notros que está enferma. El único modo de
mantener el discurso a este nivel es diciendo lo mismo del otro, pero contra
él. Son dos ladrones acusándose mutuamente.
¿Militarizar
las calles ya? ¿Yo apoyo a mi Policía? ¿Nadie se está escuchando?
Esos
manifestantes que han defendido a cualquier persona, y, a cualquier propiedad
privada de la violencia, son los mejores, los verdaderos. Ellos son el ejemplo
para seguir.
Los
“vándalos” somos nosotros mismos, nadie se salva, todos somos culpables. Deberíamos
sentarnos y empezar a conocernos. No seguir con esta absurda negación de una
parte de la realidad.
Los
“terroristas” somos nosotros mismos, la Humanidad. No hay enemigo. En realidad,
todos estamos enfermos, sin excepción, y, necesitamos ayuda.
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