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Se vivir bien porque sé
morir y cuando muero no hay nada, ni todo, ni ambos, ni ninguno, no hay
conceptos, solo Es, sin más ni más, ni menos ni menos. Y de la muerte retorna todo
y a la muerte vuelve todo. Esa idea de que nadie ha vuelto de la muerte es
falsa. Al contrario, todo vuelve de la muerte, ¿de a dónde más? Pero tú esperas
que vuelva lo mismo, exacto tal y como tú lo quieres, como si fuera un pedido a
domicilio. Pero no, vuelve la libertad, la transformación.
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Solo quería decirte que
nada se pierde, todo se transforma, sin fin. Y si ahora tenemos que separarnos
más tarde nos volveremos a encontrar, siempre es así, pero no seremos los
mismos sino otros, y en esos otros en que mutaremos algo habrá de lo que
éramos, pero sobre todo habrá algo nuevo, algo más.
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Solo quería decirte que
no es necesario aferrarse porque nada permanece quieto. El sueño profundo te lo
enseña. Eso que somos, ese tú, ese yo, ese nosotros, ese ellos, viene y va,
oscila, aparece y desaparece, no es permanente, es un estado. Lo que permanece no
permanece en ti o en mí, en nosotros o en ellos, permanece en El Misterio, lo
aceptes o no, no importa. Ahora tienes miedo, o culpa, o vergüenza, o le eres
fiel a tu victimario, pero todo cambiará. Así que acostúmbrate a morir, acostúmbrate
al sueño profundo, no dejes de pensar en él, clávalo en tu mente si quieres
dejar de padecer idiotamente por lo inevitable.
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El cambio hace llorar y reír,
sin él no disfrutarías y, por tanto, no sufrirías. En el fondo, sabes que es
mejor así porque no hay dualidad.
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